lunes

Nauteco

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Somos veracruzanos, somos parte de la cuenca baja del bobos y parte de su cultura. Nacimos totonacas , conquistados por mexicas y casi exterminados por la quema de la antigua Nauhtlan; renacimos mas adentro del bobos con otra identidad: Almeria, fundada por Cuenca y con trazo renacentista al igual que muchos otros pueblos españoles fuimos creciendo en condiciones desiguales. El puerto, la pesca y la agricultura nuestro único sustento. Con el paso de los años y ante el exterminio casi en su totalidad de la mano de obra indígena ya sea por enfermedades traídas por nuestros conquistadores o simplemente por la resistencia a someternos se vio la necesidad de introducir una nueva raza, la negra. Raza fuerte y acostumbrada a condiciones extremas de trabajo; raza que en poco tiempo se adueño casi en totalidad de la población nauteca. Indios, negros y españoles conformamos la nueva identidad de NAUTLA, llamada asi desde 1680 que inicia su gobierno municipal. Almería quedo atrás, de su recuerdo solo nos queda una casa señorial (ahora en ruinas) con anchos muros, sin techo y con dos grandes argollas de metal que sobreviven a la corrosión y a los propios nautecos. De voz popular se dice que hasta ahí llego el mar y que se fue retirando; en realidad pasaba por ahi un brazo de estero que nacia en la barra vieja llamado "Puerto hondo" y que ayudaba con el tránsito de mercancías de la boquita al centro de pueblo. Con el paso del tiempo el puerto hondo ha ido desapareciendo, la mancha urbana lo ha reducido a pequeños manglares que no se ven a simple vista pero que son patio de algunas casas. Al igual que el puerto de Veracruz las pocas casas de mamposteria eran de los españoles y sus descendientes; la mayoría de la población pesquera conformaba una zona de tablas a lo largo de toda la "boquita" (barrio que aun se conserva) y cuyas casas se edificaban a cierta altura por las constantes inundaciones. Mas al centro, donde el terreno es menos inundable se construían casas de chamalote tratadas con barro y estiércol de vaca y bañadas de un tono blancuzco extraído de las conchas de ciertos moluscos y coronadas con altos techos de palma. Casas de las que siempre transpiraba el humo que el fogón que servia para cocinar proporcionaba.

De Veracruz nos llego el son, de la Huasteca el huapango; nos encontramos en el límite de estas culturas y de fusión traemos en la sangre la música. Sabemos que el son nació ante la necesidad de sustituir los tambores por los pies ya que la represión española hacia nuestros afromejicanistas hoy jarochos los obligó a invocar a sus deidades de otra forma. Alegre, dinámica y sin ningún contacto mas que el visual la mayoría de los pueblos adoptamos el baile y todo lo que este conlleva como nuestro. Ya algunos cronistas mencionan la importancia del baile en Nautla y Jicaltepec que son las poblaciones más antiguas de la región; en un principio al aire libre sobre entarimados los sones se bailaban principalmente en el mes de diciembre desde la navidad y culminaban en las fiestas de la Candelaria (patrona segunda de la parroquia de Nautla) aunque también en fechas memorables y festivas. El son, el fandango, el haupango vieron para el siglo XIX la llegada de nuevos pobladores que cambiarían por completo no solo la fisionomía del nauteco y sus construcciones sino también sus costumbres. El puerto había resurgido con la insurgencia, la independencia de nuestro país había dejado sus huellas y los gobernantes abrían las puertas a nuevos pobladores y a la prosperidad que estos traerían. Así pues vimos llegar a Esteban Guenot y vimos renacer a Jicaltepec; amenazados económicamente por los que llegan y acostumbrados al cacicazgo observamos en un principio con recelo al extranjero. Aún con la poca educación de aquellas épocas el espíritu nacionalista estaba más que sembrado en nuestros corazones.

Casa de estilo neoclásico de las pocas de mampostería que existen desde antes de la llegada de los franceses donde se dice de voz popular que habitó en general Guadalupe Victoria e incluso que estuvo preso durante el movimiento insurgente. (Foto: H. Pochat)

Jicaltepec creció y se desarrolló y también creció cierta lucha por la municipalidad ya que a ellos pertenecía la parroquia. Forjó con sufrimiento su identidad y se convirtió en un importante centro económico; transformó su fisonomía y nos ayudó a crecer económicamente. El puerto cada vez más intenso trajo consigo a más pobladores cuyas ganas de prosperar moverían la circulación de mercancías y mejoraría la vida no solo de los que llegan si no de nosotros mismos. La Belle epoque en un impulso a la inversión sitúo a nuestro país ante los ojos del mundo como a un diamante en bruto. Griegos, gachopos*, italianos y libaneses arrivaron a costas nautecas con el mismo deseo que sus antecesores franceses y dieron al pueblo un resurgimiento cual ave fénix renace de entre las cenizas. Nautla aún cual recelosa de las costumbres extranjeras adoptó desde principios de siglo XX la fisonomía de las casas francesas casi en su totalidad. Pequeñas diferencias de concepción clasicista particularizan las construcciones nautecas con las de jicaltepec y san rafael; la misma concepción de espacio pero ahora con grandes balcones con protecciones de madera, fachadas con ornamentaciones neoclásicas con contrafuertes que sobresalen y cuyas molduras embellecen y emulan los patrones circundantes en las cuidades veracruzanas

Casa típica de Nautla con amplios balcones y decoraciones clásicas, ahora sin balcones de madera pero que alguna vez tuvo. (Foto: H. pochat)

La plaza principal se enrriqueció con casonas de portales amplios y techos altísimos con teja escama cual deleite de gatos que juegan por las noches.Y en cada extremo del parque por un lado una parroquia sumamente austera, ahora de ladrillo y teja, con una torre que seria lo único que conserva de su pasado colonial y al otro extremo del parque un teatro al aire libre de estilo Art Decó llamado Jaime Nunó que serviría para la diversión del pueblo.

Teatro al aire Libre de estilo Art Decó de nombre Jaime Nunó en honor al compositor de nuestro Himno Nacional, derrivado en la década de los 80. (Foto propiedad de Nora Huesca)

Ahora el son se baila en espacio cerrado; así la señorial casa de la familia Corral Lavoignet serviría de salón para la gente bien y la de la familia Verjel Estefan para toda la demás . Entrepaños de madera y tela que fungían de división eran retirados para dar paso al fandango; el turco y la mexicana se casan, la griega con el negro, el francés con la española y así entre fandangos y vida cotidiana se va reformando la identidad del nauteco

Mario Verjel Estambullí y su madre Catalina llamada "la griega" .Foto representativa de la fusión de culturas en Nautla; Mario, de padre de desendencia afrocubana y de madre hija de griegos es una muestra clara de la identidad pluricultural del pueblo. (Foto propiedad de Elvia Verjel)

Se forma un equilibrio entre el que llega y el nativo; algunos libaneses ante la necesidad de adaptación cambian incluso sus apellidos puesto que al ser tan difíciles de pronunciar como de escribir castellanizan el segundo nombre y así surgen los apellidos Jorge, Joaquín por mencionar algunos. Los franceses guardan su lengua y tradición para la intimidad de su hogar; los españoles son los primeros en casarse con mexicanas y los griegos se unen a la tradición pesquera. Así entre tamales de elote y kepe, entre pescado frito y torta francesa, entre café turco y aguardiente los olores y sabores de la vida portuaria se funden en un mismo lugar.


Apariencia del pueblo de Nautla ya en los años 50 cuando aún conservaba la mayoría de sus construcciones afrancesadas. (Foto propiedad de Elvia Verjel)

Algunos franceses incluso venían de la otra ribera del río a vender sus coles, zanahorias y chalotes, quien no recuerda a Don Costo Diosabot o a los Gefrois; a Don Ricardo Asuri que vivía en una de las casas mas bellas del pueblo con pilares enormes y que no dejaba salir a nadie de su tienda si no compraban algo, el cine de Jeremías Pochat, la casa Fuentes quienes administrarían el chalán que permitía que los coches pasaran de uno a otro el extremo del río, al bullanguero afromejicanista Don Ángel Muñoz “Litro” quien llevaría la alegría del carnaval nauteco incluso al puerto de Veracruz. A Don Melesio que construía globos aerostáticos que se elevaban rústicamente en las fiestas, a Teco y sus naranjas con chile, a Don Julián Jorge y Pedro Name que hablaban por todos lados su lengua materna y que llenaban su casa de colgados de chiles, plátanos y cebollas, a las Andicochea y sus deshilados heredados de tradición vasca, al ilustre maestro Juan María Iglesias quien educaría y cambiaría no solo los patrones de higiene sino también inculcaría el amor a la patria, y a Lucia Panamá quien se dormía en todos los bailes cuando iba de chaperona a cuidar a sus hijas


Foto de muestra el perfíl físico de la población nauteca en los años 30; parte de una foto de un mítin político en apoyo al lider agrarista Cosme Verjel Núnez. (Foto propiedad de la fam. Verjel)

Solo por mencionar algunos de esos nautecos nacidos o naturalizados que nos heredaron el pueblo que ahora tenemos y que por falta de cultura, por mal gobierno o simplemente por causa naturales hemos ido cambiando, destruyendo, tirando lo que creemos “obsoleto” para dar paso a la modernidad, a la globalización, sin darnos cuenta que nuestra identidad es un hilo tan delgado que puede romperse en cualquier momento y que los pueblos necesitan de sus construcciones, de su tradición y cultura que finalmente es lo que nos diferencia de los demás lugares. La modernidad trajo el cierre del puerto, surgió playa Maracaibo y la naturaleza se encargó de destruirlo; la mayoría de los nautecos hemos emigrado en busca de mejores condiciones de vida, el pueblo conserva solo una parte de sus construcciones vernáculas pero la algarabía, la fiesta y el amor por el lugar aún sigue y finalmente puede ayudarnos a reconstruir nuestra débil identidad porque ahí está solo falta que emerja.
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Hector Luis Pochat Verjel:
Diseñador gráfico y profesor de artes
e historia del arte

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